Carlos Ml. Muñoz J.
El ejercicio del poder
habitualmente se piensa desde una óptica vertical, lo que nos hace
creer que las órdenes deben de provenir de un sistema burocrático
escalonado desde la plataforma organizativa política. Quiero decir
que la toma de decisiones se lleva a cabo desde una condición
vertical, así las cosas pues para llevar a cabo esa desición
política es necesario que desde la parte mas alta organizativa del
partido se proponga la idea para que ésta al final se lleve a cabo,
en su defecto, la orden podría haberse sugerido desde una propuesta
de base, pero deberá de pasar su debido y riguroso proceso de
aprobación ejecutiva.
Este tipo de ejercicio es
habitualmente cierto si seguimos pensando como “ciudadanos que
delegan el poder”. Aclaro que esta manera de proceder es
evidentemente democrática pués se requiere de un procedimiento de
elección en asamblea, escalonado, para lograr la representación
deseada, representación que como dije antes toma las decisiones.
Ahora, me paro en el siglo
XXI, siglo en el cual la comunicación y el conocimiento, liberado
gracias a la tecnología están a disposición del ciudadano común,
o sea que no solamente quienes hacen las propuestas y los acuerdos de
orden superior conocen del tema a fondo, si no que el ciudadano común
puede también con un poco de disposición a la investigación,
conocer y de esa manera tener un criterio propio, ese criterio le
permite, en todo caso, tener la posibilidad de tener incidencia sobre
alguna situación que este desease intervenir, esto de una manera
aunque fuera mínima.
El conocimiento es poder, la
información es poder, decenios y siglos anteriores, las masas fueron
manipuladas fácilmente debido a que quienes detentaban el poder
tenían el poder de conocimiento, de tal manera que limitaban
la información que deseaba que la ciudadanía conociera, eso les dió
la posibilidad de dirigir con mucha facilidad lo que los sociólogos
llaman “imaginarios sociales” o “imaginarios colectivos”.
Dichos, vistos desde una perspectiva del control del poder, son los
que pueden determinar con cierta certeza el escabroso
direccionamiento de una sociedad, y de los opositores al poder. Aún
así a este incipiente siglo XXI todavía las grandes Compañías de
información controlan “la verdad” y llevan a cabo mecanismos de
control, evitando a la sociedad, en medio de las redes sociales por
ejemplo, la información política un poco quisquillosa, que en manos
del conocimiento general pues llevaría a la sociedad a tener otras
actitudes más disconformes y desconfiadas, cosa que iría en sana
contradicción con los intereses de gobernar la información.
Es evidente que el potencial
de las redes sociales no es una cuestión decisiva, por que solo el
potencial no lleva acabo ningún cambio, el cambio se dá, si las
redes se aprovechan y la ciudadanía organiza sistemas de información
opcionales que incidan en los demás ciudadanos y ciudadanas, al no
ser así ese potencial es cosa muerta, sin embargo existente. Esto
que digo ya posee pruebas y la mas relevante es la reciente
primavera árabe que ha empujado a una serie de golpes de estado en
los últimos 3 años en la región del norte de África y del Medio
Oriente.
Bueno, pero parece que todo la
anterior no se relaciona con el tema en discusión cual es la
Democracia horizontal, puesto que lo que expongo es una serie de
acontecimientos que según mi parecer liberan el conocimiento y que
por lo tanto ese conocimiento liberado liberaría al Poder, esa es la
tesis. ¿Por qué Democracia horizontal entonces, a qué me
refiero?
Hay una ola de información
que está definitivamente transformando al Siglo XXI, esa ola para
decirlo claramente se llama: las redes sociales (facebook, twitter,
whatssap,etc.), aunque hoy se trabaja con un nivel muy alto de
dispersión, dichas redes de una manera u otra comienzan
definitivamente a influir sobre las acciones de la sociedad.
La Democracia horizontal
podría definirse en todo caso, como “aquella en donde la acción
organizada, representa los intereses de los acuerdos y
necesidades estratégicas de la base política” o
sea de que representa efectivamente a esa célula política
que se reúne semanalmente a acordar y diseñar acciones. Más es
evidente que los esfuerzos deben de coordinarse para que no sucedan
una lluvia de esfuerzos aislados sin dirección, es aquí donde la
alta jerarquía política debe de coordinar. La idea central de la
premisa horizontal es que se podrá tener el control político de
áreas mas pequeñas, de una manera mucho más sencilla, dándole
poder a la célula que en todo caso es la que posee la información
clave (auténtica) para definir las acciones de su sociedad.
Existe otra premisa pero de
una índole mas existencial, filosófica, que debe de pensarse a
nivel general; me parece que deberá de agregarse al razonamiento
transversal que se realiza comúnmente en la ciencia política. La
libertad de acción, que difiere del concepto jurídico de libertad,
el cual entiende a la libertad al tenor de aquella otra permisa
(dicha por Sartre) que habla de que la “libertad mía termina
donde empieza la libertad del otro”, y por supuesto si dicha no
infringe las normas establecidas por el sistema jurídico. La
libertad de acción, trascendiende la época contemporánea, esta es:
“la capacidad que tiene todo ser humano de elegir a consciencia,
sin coersión ni coacción, cualquier acción que desee llevar a
cabo”; esto nos empujará
definitivamente a otra concepción de la organización política por
cuanto entenderemos (al fin), que no es posible por ninguna teoría o
filosofía ordenar estratégicamente las acciones de un todo social,
la acción política por más diseñada que esté hecha, llevará
siempre la razón de la libre elección; la coacción a través de
esclavitudes y ejércitos es la única que ha podido mantener los
modelos políticos.
La organización siempre será
la clave de la Democracia, en los escritos de Lenin, por ejemplo, se
habla abultadamente sobre éste tema, casi haciendo de esta -la
premisa organizativa-, todo el eje de la discusión. Esa organización
debe de llevar a cabo sus actos de manera que sean incidentes,
efectivos, para con sus intereses, la estrategia de incidencia es la
que debe de elaborarse con más detenimiento, llevando a cabo
bitácoras de fiscalización de incidencia y proyecciones de
incidencia entre otros. La educación científica, única capaz de
decodificar los mensajes de libertad, debe de acompañar los procesos
organizativos, cuales deben de engendrarse en discusiones dialécticas
generadoras de dudas e incertidumbres que permanente deben de
resolverse (como un gran juego matemático o un rompecabezas), así
las razones que ordenen una sociedad deben de encajar completamente;
la razón estará al lado de las personas sabias.
Nuestro Mundo contemporáneo
(Utilitario) entiende por organización, la manifestación en
conjunto gigantesca, las inmensas masas moviéndose al son de un gran
Gong Campana que dicta la orden. La Democracia horizontal, debe de
entender por organización cualquier grupo (de pequeño a diminuto)
que sea capaz de incidir políticamente; desde cinco personas
recogiendo la basura de los alrededoes del parque que semanalmente se
ponen de acuerdo para ir todos los jueves a las 5 p.m. después del
trabajo, hasta las tres o cuatro personas que formen grupos de
enseñanza para elaborar encuentros populares de conocimiento,
raquíticamente humildes donde talvez solo se agreguen 4 o 5
personas; esa es la organización, pues entiéndase que cada gota de
acción que se agregue a las acciones grupales de un grupo que
evidentemente persiga fundamentos que se alíen con otros grupos, o
que si hablamos de un partido político, se agregan con la misma
filosofía política, esa gota de acción sumada por miles, será tan
eficaz como miles haciendo miles de cosas.
La organización es la
compañera fundamental del éxito, y la organización con un sentido
estratégico es la compañera fundamental del éxito de un grupo.
Las pasadas elecciones nos
vuelven a enseñar nuestra gran falla como colectivo que trabaja para
llevar a cabo el mensaje democrático, no hemos sido capaces de
generar una organización permanente que se disponga siempre a velar
por los asuntos de índole política, que se disponga a organizar
acciones democráticas si se quiere decir mejor de esa manera. Esta
poca constancia, para los intereses de una Democacia horizontal es
una gran debilidad, por que la capacidad de articulación se
disminuye al -50%, debido a que la estrategia de incidencia se
descontinúa y terminamos desorganizados e incapaces de generar más
y mejores acciones, que paulatinamente, si hubieramos sido
constantes, pues con toda esa cartera de estadísticas y con toda esa
fuente de información ya ordenada, y con una serie de grupos
preparados para seguir con un método cada vez más depurado,
estaríamos siendo capaces de adecuar estrategias, seríamos
evidentemente una organización bastante poderosa; la capacidad de
acción es la que puede valorar finalmente la capacidad del Poder
político. Y no es Poder en téminos estériles - egocéntricos, es
Poder en términos de efectividad en pro evidentemente de nuestros
ideales. De ahí que la organización de las diminutas acciones
permanentes sea también una clave para esa Democracia horizontal que
desea controlar el Poder.
El Poder horizontal de la
Democracia no es más que ese ideal al cual el término mismo en su
etimología hace referencia, o sea el “demos-kratos (Poder para el
Pueblo)”; si reelemos con atención lo anteriormente expuesto
(párrafos anteriores) se describe atentamente las características
de una sociedad abiertamente democrática y de un orden político
(Partido en su defecto), perfectamente democrático, esa condición
que antes esbocé de la libertad previa de todos los seres
humanos, califica de una manera objetiva el hecho de que la sociedad
debe de erigirse sobre sí misma, a cuenta indiscutible de su propia
guía y razonamiento, junto a la libertad para que sea sublime,
deberá de estar como un guía el conocimiento cual deberá de
generarse a través de discusiones dialécticas.
El Poder horizontal, viene
siendo la última etapa que dispondrá la transición inevitable de
los órdenes jerárquicos verticales a la Democracia absoluta, que
podría conflagrarse gracias a la revolución de la comunicación de
este Siglo XXI.
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