Elena
Arce Salazar
Antropóloga
23/11/2012
En 1984, bajo la
administración Monge, se crea el Refugio de Vida Silvestre Caño
Negro, con fines de estudio y conservación. En 1992 – 1993 se
convierte en atracción turística. En 1995-1997 el entonces
denominado MINAE asume la administración del Refugio, encargado del
cobro por el ingreso al parque; desde entonces han estado presentes
empresarios nacionales, locales y extranjeros - principalmente
europeos -.
Actualmente el
Refugio ve amenazada su existencia por varias problemáticas.
Aspectos de índole
administrativos como la poca información disponible sobre el mismo
para el turismo, la inexistencia de servicios para el turista, los
cortos recorridos en lancha para observar la biodiversidad hacen que
Caño Negro no resulte un verdadero atractivo turístico.
La problemática
más grande se inicia alrededor del año 1995, cuando se empezó con
la construcción de drenajes de los humedales, en la parte sur, hacia
Guatuso, donde actualmente todos los humedales están drenados. En
1998 se quemó el 70% de todo el Refugio. Los drenajes se construyen
para hacer fincas, para tener ganado. Los dueños de las propiedades
drenaban los humedales y luego prendían fuego. Lo que sucede es que
el Estado es dueño únicamente de las lagunas, de la mitad del total
del territorio del Refugio (9.969 hectáreas) y no tiene ningún
control sobre el área que se encuentra en manos privadas. Se cuenta
con la información catastral, pero no se tiene control, ni hay
vigilancia sobre la vida silvestre, menos sobre las fincas.
Las piñeras son
el otro problema porque contaminan demasiado; algunas están a 500
metros del Refugio. Por ley los humedales son propiedad del Estado,
pero en la práctica sucede otra cosa. Todas esas piñeras han
invadido los humedales, han afectado zonas protegidas de quebradas,
ríos, invadiendo humedales, lagunas, nacientes de agua, y han estado
sin ningún control. Se han hecho muchas denuncias, algunas en el
Tribunal Ambiental, el MINAET, etc., que han intervenido en algunas
ocasiones, pero las empresas están operando nuevamente; otras
empresas no han sido intervenidas y siguen haciendo lo mismo. Cuando
llueve se arrastran agroquímicos. Las pineras construyen drenajes en
condiciones que no deben ser y esto se agrava por las condiciones de
la tipología del suelo, que requieren la construcción de curvas de
nivel y drenajes (primarios, secundarios y terciarios). Algunas
empresas buscan topógrafos, otros hacen el trabajo con excavadoras y
maquinaria pesada.
La extracción
piñera destruye los bosques, aplican la rasa del bosque (destrucción
completa del bosque). Algunas de estas empresas son: Agrovitses,
Agrícola del Valle, Kruma, Finca 11 (antes llamada Naturela). Son
empresas que se dicen nacionales, pero de fondo hay empresas
extranjeras que las financian o están en la misma sociedad. Los que
más han intervenido en esto son los Arias, que tienen fincas piñeras
dentro del Refugio. Naturela es de ellos, con capital aparentemente
alemán.
En el caso del
MINAET éste no tiene la atención debida en la protección del
Refugio, no hay funcionarios que hagan el patrullaje, por falta de
recursos o por mal uso de éstos; porque ingresa mucho dinero a Caño
Negro y se desaparece en otras cosas, llegan a manos privadas. Por
ejemplo, hacen diagnósticos de proyectos que no tienen ningún fin y
el dinero se lo reparten en proyectos privados. En el caso del
Proyecto Río Frío, cuyos fondos los ha manejado la ONG Inbioparque
y que coordina todas las acciones con el MINAET, han otorgado
capitales a empresas para remodelaciones, muchas no lo necesitan pues
tienen recursos, y no se benefician las iniciativas locales de
personas con pocos recursos o simplemente los fondos no se invierten
en las prioridades reales de la comunidad. Además, hay proyectos
fantasmas, como el proyecto caimanes o el proyecto de tortugas; el
MINAET los aprueba, les da financiamiento y éstos ni siquiera
cumplen con los permisos legales y no los ejecutan. Esta situación
se da desde hace unos 15 años.
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